El Ermitaño y Elm son dos elementos que a simple vista pueden sonar muy poco
relacionados. Por un lado tenemos al anciano sabio que rumbo a una montaña se
dirige a conocerse a sí mismo, ¿o guía a otros a ese destino? Mientras que por
el otro, tenemos una flor de Bach que, desde una perspectiva terapéutica, cura
principalmente el agobio producido por el exceso de responsabilidad a causa de querer
ser siempre un ejemplo para todos. ¿Qué relación podrían tener estos dos elementos
en un mismo aspecto? Veámoslos a profundidad…
Si el Ermitaño era el viejo sabio que nos encontrábamos en el camino,
que nos guiaba y nos enseñaba muchos secretos de la vida, representa también un
camino hacia nosotros mismos, es decir, un viaje a las profundidades de nuestro
ser que nos conduce a conocernos más, causando así, que muchas ideas o
actitudes se modifiquen en nuestro ser (el significado oficial del Ermitaño).
Sin embargo, cuando hablamos de esta carta, dijimos que el Ermitaño no sólo era
una especie de guía interior o exterior que teníamos nosotros para ser educados,
sino que igualmente, nosotros podíamos
ser ese guía –ese Ermitaño– que conducía a los demás; no es de extrañarnos
que en una lectura de Tarot muchas veces el Ermitaño no nos esté hablando de introspección,
silencio, conocimiento o incluso tristeza en nosotros, sino nos puede estar diciéndonos
de nuestra propia capacidad para guiar a los demás mediante nuestras cualidades
que nos brinda este naipe. En este caso, es cuando entra la Flor Elm, porque
para ser guía se necesita trabajo, entusiasmo y sobre todo responsabilidad con
quienes nos requieren. Elm es una flor que brinda las cualidades de liderazgo
que nos entrega el Ermitaño, pero lo hace sin sentirnos abrumados ni tampoco
teniendo esa ciega necesidad de ser perfectos y ser siempre un ejemplo para los
demás; podemos equivocarnos, sí, estamos en todos nuestros derecho, podemos
cansarnos, también, porque somos personas. Elm ayuda a tener las cualidades de
guía y líder que el Ermitaño nos brinda, pero sin sentirnos abrumados por esa
responsabilidad.
En resumen, recetaremos Elm
cada vez que nos aparece el Ermitaño en
posición normal, siempre y cuando nos indique que estamos en el camino de guiar
a otros (la principal diferencia respecto a otras flores del Ermitaño),
pues esta flor es sumamente importante cuando hemos asumido el reto de nosotros
tomar nuestro bastón y nuestra linterna para ser el guía de otros en su proceso
de introspección y aprendizaje. El Ermitaño nos dará las capacidades de
liderazgo, enseñanza y conocimiento, Elm permitirá que estas cualidades de
trabajo no nos abrumen o nos terminen cansando.
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