Como primera flor relacionada con el arcano del Emperador, Beech es la
más vinculada a él tanto en su significado como en su naturaleza, así que para
entender su parentesco y correlación tan fuerte que tiene con él, lo primero
que debemos hacer es conocer los patrones básicos que hay tanto en el Emperador
como en Beech, todo con el fin de empezar a entender el porqué de este vínculo,
los puntos en común que tienen y cómo se justifica su uso de manera conjunta y
práctica.
Para esto debemos conocer
primero cuáles son las emociones negativas que invaden comúnmente al Emperador,
y cuáles de todas éstas, se vinculan a lo que la esencia Beech es capaz de
corregir. Ya vimos que el Emperador es una carta de poder y posición social, un
gobernador que no necesariamente debe tener un cargo importante (puede ser un
padre de familia/un esposo), pero que de alguna manera, se encomienda la misión
de mantener cierto orden y estructura dentro del círculo al que pertenece. Pese
a que el Emperador es una carta tremendamente positiva, porque en él residen
elementos necesarios para desarrollarse y triunfar como el orden, la
planificación, la estabilidad, la estructuración..., fácilmente puede corromperse,
avanzando de una manera desequilibrada que puede llegar sin dificultad a los
excesos y profusas atribuciones, que lo harán comportarse de una manera
tiránica, orgullosa y autoritaria (¿recuerdan el Emperador invertido?). El
mejor ejemplo que podemos dar de esto es al mismo arquetipo que representa este
arcano: el padre. Cuando un padre
tiene una correcta manera de proceder (Emperador en posición normal), suele ser
alguien que protege y cuida de su hogar, es el pilar que sustenta y a la vez
quien se encarga de poner una mano “más dura” dentro de su núcleo; si este
padre de alguna forma no desempeña correctamente su labor, lo más común es que
se torne una persona demasiado rígida, demasiado autoritaria e imponente
especialmente con sus hijos, llevándolo a tener dificultades para apreciar el
amor de ellos, a tener comportamientos fríos y distantes y, por qué no, a
castigar y emitir juicios demasiado severos contra quienes están bajo su
protección (obviamente esto visto desde un ángulo general y arquetípico del
“padre”, ya sabemos que cada familia tiene su propia manera de ser).
Ahora bien, Beech lo que hace
es “suavizar” el lado duro de este padre o, como nombramos al principio, al
Emperador. No le quitará la fuerza de su autoridad, ni tampoco limitará su
inherente facultad para premiar/castigar u ordenar/estructurar todo lo que hay
alrededor, simplemente, permitirá que toda su rigidez o frialdad con la que
fácilmente éste puede verse inmerso, se elimine, y entienda que su vida no sólo
debe ser una constante crítica, autoridad y severidad contra los suyos, sino
que además, deje ver el lado positivo y más amable de los demás, destacando
no sólo los errores sino también las virtudes, y a la vez comprendiendo que
nadie puede ser perfecto, que la perfección somos todos cuando trabajamos en
conjunto.
El Emperador trabajará alto y
soberano desde su trono, sosteniendo con su mano derecha el cetro del poder y
la autoridad; por otro lado, Beech permitirá que su otra mano, la izquierda, se
ubique justo en el centro de su corazón, para que de esta forma, su gobierno
sea matizado con la otra parte que tiene la autoridad y el poder: la fuerza del
amor y la compasión.
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