La conexión entre el arcano número cinco: el Sumo Sacerdote y la flor de
Bach Cerato, quizá no resulte tan difícil de entender, esto es porque como hemos visto al estudiar estos dos elementos por
separados, ambos se relacionan a los conceptos de Aprendizaje, Consejo y la Vía
o Camino que escogemos para seguir nuestra vida.
La
gran diferencia resulta en que el Sumo Sacerdote nos llama o nos invita a
seguir la vía externa o el camino ya establecido (religión, política, social,
moral, etc.), mientras que Cerato al recetarlo, es precisamente lo que evita:
que las personas sean demasiado blandas y se dejen llevar demasiado fácil por la
“vía externa”, por el camino preestablecido (religión, política, social, moral,
etc.) o por los consejos de los demás. O sea que, ¿Cerato sería algo así como
el antídoto para el Sumo Sacerdote? En parte sí y en parte no. Veamos…
Si ya
estudiamos la carta del Hierofante, vimos que éste tenía que ver con todos los
conceptos espirituales fuera de nosotros mismos, es decir, lo contrario a la
Sacerdotisa que nos llamaba a la Introspección; esto es porque él nos invita a
iniciarnos, a ser parte de alguna identidad, y por tanto es el maestro que nos
dice o nos enseña lo que tenemos que hacer. Cuando el Sumo Sacerdote está en
equilibrio (la carta al derecho), tiene mucha virtud que entregar y mucho amor
para enseñar de manera profunda y espiritual, por tanto y como fiel conocedor
de las normas sociales, morales, religiosas, etc. Conoce bien lo que es el respeto.
Él no obliga a nadie a ser parte de algo, ni tampoco alardea de ser el dueño de
la verdad o que su doctrina es irrevocable. En otras palabras, este Sumo
Sacerdote invita, pero no obliga a otros a pertenecer, haciendo así que sus
súbditos, alumnos o como queramos llamarles, sean propios y aptos para decidir
lo que quieren hacer, cuánto quieren hacer y a qué quieren pertenecer. Y si
ellos no están contentos pueden abandonar la doctrina cuando lo deseen. En
otras palabras, hay respeto entre el Hierofante y sus súbditos, y hay libre
albedrío entre los súbditos y él.
Ahora bien, cuando invertimos esta carta, es donde aparece “el
Hierofante malo” o más bien el intolerante, y es aquí precisamente donde Cerato
puede ser una buena flor para contrarrestar este efecto negativo, pero no en él
(porque cambiar sus doctrinas es difícil), sino en quienes le siguen ciegamente
y no ven otro camino más que ése. El Hierofante invertido es el sentirse dueño
y señor de una verdad, es el fanático (religioso, político…) que declama su
doctrina como única y verdadera, por tanto obliga a los demás a pensar como él,
sometiendo así el pensamiento y el libre albedrío e impidiendo la libertad de
las personas para elegir y tomar sus propias decisiones de acuerdo a su ser (¿nos
suena a Cerato esto?). Y este Hierofante invertido no puede estar solamente en
la política o en la religión, puede estar en cada cosa que hacemos de la vida
cotidiana; una moda nos puede someter, un pensamiento ajeno, una secta, incluso
un estilo de vida o un trabajo se puede tornar intransigente y de
características dominantes si es que nosotros le damos el poder para que nos
domine y que nos impida ser libres para decidir. Es aquí donde esta flor de
Bach debe intervenir.
Cerato,
como dije, no está recetado para quien es el Hierofante, sino para quienes
siguen a ese Hierofante; Cerato es una flor que nos dará la libertad de
decidir. Nosotros podremos creer en lo queramos, podemos amar la política o
tener determinados gustos o hobbies a los que seguimos fielmente, pero la gran
diferencia será que eso no nos cegará el pensamiento, y siempre tendremos esa
maravillosa capacidad para ser libres y decidir lo que queremos para nuestra
vida.
En una tirada de Tarot usaremos Cerato
cuando en la tirada se nos aparezca el Hierofante (sobre todo si está
invertido), pero como dije, no la usaremos si vemos que el consultante está
representado por ese Hierofante (que puede ser que tenga cualquier
característica negativa que ya estudiamos), sino que lo usaremos solamente si
intuimos u observamos que ésa carta le está dando problemas externos al
consultante para practicar su libre albedrío, si lo está sometiendo o si éste
está cayendo en doctrinas o enseñanzas demasiado rígidas que le están
doblegando. Aquí la flor Cerato funcionará muy bien recetada, permitiéndole al
consultante obtener su lugar y su responsabilidad ante su propia vida.
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